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El primer local de la Policlínica se empezó a utilizar en 1979. Estaba situado en Aparicio Saravia casi Timbués, en un mini-descampado que oficiaba de vereda.
En realidad fue una herencia (gestionada por el Padre Cacho), ya que era el galpón donde se guardaban las herramientas y otros materiales utilizados en las obras de las viviendas de San Vicente. Eso explica la caprichosa arquitectura, con su puerta y ventana inusualmente angostas (por donde quien escribe quizás tendría que pasar de canto).
Pero el tamaño no impidió el accionar de nuestros primeros compañeros, quienes amparándose en el refrán “todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”, atendieron allí a sus primeros clientes del reino animal.
Pero el tamaño no impidió el accionar de nuestros primeros compañeros, quienes amparándose en el refrán “todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”, atendieron allí a sus primeros clientes del reino animal.
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